26.8.09

Espinosa Nova, un revival mexicano del siglo XVI

Cristóbal Henestrosa es licenciado en comunicación gráfica por la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM (México), especialista en producción editorial de la Escuela de Diseño del INBA y maestro en diseño tipográfico por el Centro de Estudios Gestalt. Miembro de ATypI, miembro fundador del Círculo de Tipógrafos, ha sido profesor en la UNAM, la Escuela de Diseño del INBA, la Universidad Iberoamericana y Centro de Diseño y Comunicación de la Ciudad de México. Es autor de Espinosa. Rescate de una tipografía novohispana (México, Designio, 2005) y del ensayo sobre sexualidad adolescente La juventud merece el éxtasis (México, Fontamara, 2002).
Fue jefe de producción de la editorial Libraria y responsable del suplemento de libros Hoja por Hoja. Contratado por el Fondo de Cultura Económica, durante 2006 y 2007 desarrolló la primera familia tipográfica mexicana pensada primordialmente para componer libros, Fondo, premiada por el Type Directors Club de Nueva York y seleccionada en la bienal de tipografía latinoamericana Tipos Latinos 2008. (extraído de http://www.estudio-ch.com/cv.htm)
El miércoles 28 de octubre a las 10:15 hs, Cristóbal ofrecerá una conferencia sobre su trabajo con Espinosa Nova, un reconocido rescate tipográfico a partir de los trabajos del impresor Antonio de Espinosa, quien fuera el primero en cortar punzones en el continente americano. A propósito de este proyecto, platicamos con Cristóbal.

Antonio de Espinosa cortó los primeros tipos romanos y cursivos que se conocen en América y su innovación trajo grandes reconocimientos a la imprenta de Juan Pablos, ¿A qué se debió esta apuesta tipográfica en la colonia teniendo en cuenta que, por entonces, el tipo Rotunda era el más utilizado en México y España?
La historia puede resumirse así: efectivamente la rotunda era el estilo dominante en España, pero los Cromberger, impresores sevillanos de origen alemán, la utilizaban incluso más que otros. Quizá es simplista ponerlo en estos términos, pero especulo que eso se debe parcialmente a que el tema de su especialidad (libros de caballería) se relacionaba con ese estilo tipográfico, más cercano al medievo. Cuando mandaron a Juan Pablos a fundar la sucursal mexicana (1539), la elección obvia era enviarlo con rotundas, porque era lo que abundaba en la imprenta de los Cromberger, pero también porque el objetivo de la imprenta era proporcionar textos a los religiosos (de nuevo, los temas religiosos se relacionarían con la gótica rotunda).

Antonio de Espinosa aprendió el oficio en Sevilla en una época en que las romanas y cursivas ya no eran vistas con malos ojos (1547) y él, como el muchacho que entonces era, seguro tuvo una mayor receptividad a estos estilos “de la nueva ola” que en otras partes de Europa ya eran la norma, más relacionados con el humanismo y el renacimiento. Pero hay que aclarar que Espinosa encarna una especie de bisagra: sabía de romanas y cursivas, pero también hizo varios libros en rotunda.

Lo más seguro es que tarde o temprano se hubiera adoptado la romana y la cursiva en América aunque no hubiera venido Espinosa a trabajar para Juan Pablos (1551), exactamente por las mismas razones que ocurrió en España: por un cambio en el gusto estético y probablemente ideológico, y porque simplemente conforme se fueron gastando los rotundos hubo que sustituirlos y los proveedores ya habían dejado de tener esas “refacciones”. Pero antes de que eso ocurriera, Espinosa tuvo la oportunidad de impulsar esa revolución en la imprenta de Juan Pablos: digamos que estuvo en el momento y lugar apropiados para llevar a cabo lo que en España también estaba comenzando a ocurrir.

Para desarrollar la tipografía ¿tus referencias fueron material impreso o examinaste punzones y tipos fundidos por Espinosa?
Ojalá algún día aparecieran punzones o matrices o tipos hechos por Espinosa, pero lo dudo mucho. Lo único que tenemos son los impresos. Es una lástima, pero fíjate que, aunque los punzones están más cerca del acto creativo, es válido suponer que el punzonista pensaba en el resultado final y ajustaba lo que hiciera falta para obtener impresiones idóneas. De ser eso cierto, los impresos son la mejor base que podemos tener.

En contraparte, tomar como referencia los impresos presenta un problema demencial. La imprenta en el siglo XVI era totalmente manual (letras talladas a mano que después pasaban a la matriz con un golpe manual propinado con un martillo, a la que se le vertía a mano una aleación de metales fabricada a mano; de ahí salían tipos móviles que se colocaban a mano en una prensa de madera elaborada a mano, donde se entintaba a mano, con tinta hecha a mano, para imprimir en un papel hecho a mano que se encuadernaba a mano). Y además los tipos se iban gastando por el uso. Por todo eso, las impresiones nunca fueron exactamente iguales, ni de un libro a otro, ni de una página a otra, ni siquiera de una palabra a otra. Se parecen mucho, pero no lo son.

De lo anterior se concluye que los antiguos hacían impresos mucho más vivos y atractivos que nosotros con nuestros sosos métodos de reproducción industrial. Aunque con programación opentype se pueden generar variantes para cada signo, en la mayor parte de las fuentes digitales sólo hay una letra a, una letra b, etc. Eso implica tomar decisiones constantemente para acercarse a la intención original a pesar de nuestras limitaciones tecnológicas. No basta con calcar: nunca elegirás la letra correcta que armonice automáticamente con el resto. No todo está en el modelo: tendrás que inventarte signos que entonces no se usaban y ahora sí.

Esta labor se parece a traducir. Y ya apuntaba el viejo (y misógino) chiste que “las traducciones son como las mujeres: las feas son fieles, las bellas son infieles”. Sabiendo que es imposible la copia perfecta, mi intención ha sido diseñar una fuente digital que evoque la esencia del original tanto como sea posible. De fidelidad hablamos otro día.

Sin duda es un trabajo arduo y que requiere mucha paciencia. Pero, si no basta con calcar y hay que inventar signos que entonces no se utilizaban ¿cuáles fueron los criterios, formales o conceptuales, que te guiaron para concluir este proyecto?
Espinosa ha pasado por varias fases: la redonda fue mi tesis de licenciatura (2002) y la cursiva la desarrollé en la maestría (2005). En esa etapa el más grande acierto fue haber comparado variantes de cada letra, pero fallé en pensar que la solución estaba en calcar la mejor muestra. Mi estrategia fue redefinida gracias a la conjunción del inicio de mi vida docente (2006), la experiencia que adquirí al diseñar Fondo (2006-2007), las lecturas y las pláticas con los colegas. Sólo entonces me decidí a redibujarla y rebautizarla (ahora se llama Espinosa Nova).

Hoy te puedo decir que en el universo de los rescates tipográficos veo principalmente dos acercamientos: las líneas nítidas, pulcras y bien portaditas (como ITC Galliard o la mayoría de Bodonis) o los contornos irregulares, texturizados (como Adobe Jenson o Garamond Premier Pro). Caricaturizando un poco, podríamos decir que los primeros quieren ver punzones y los segundos quieren reproducir impresos o, para ponerlo en términos platónicos, hay quien prefiere el mundo de las ideas y hay quien prefiere el de los objetos (¿ah, verdá?). Aunque se podrá adivinar que me inclino por la segunda opción, en este caso procuré una conciliación entre ambas posturas.

Explico mi decisión: aunque no tengo estadísticas que lo demuestren, percibo que las fuentes más populares para texto corrido son las de la “corriente nítida”. Y como generalmente se ignora que las digitalizaciones difieren necesariamente de los originales, la gran mayoría supone que la Garamond que tienen en su computadora es idéntica a la del siglo XVI. Con ese antecedente, si mi Espinosa fuese demasiado apegada a los impresos es muy posible que dijeran “es bonita, pero este otra fuente es mejor porque el dibujo es más limpio”, cuando probablemente sólo están comparando una interpretación digital “nítida” contra otra “irregular”. Si los contornos aparentemente caprichosos son considerados como inapropiados para textos largos y yo quiero demostrar que la calidad de Antonio de Espinosa no desmerece frente a sus contemporáneos europeos, la conclusión lógica es idealizar un poco las muestras de los impresos. Pero tampoco tanto, ¿eh?

Imágenes: De arriba hacia abajo, Espinosa Nova regular, italic y rotunda (2009).

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Entrevista en Tipografía-Montevideo

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